Camillo De Pellegrín, alcalde de Val di Zoldo, celebró la aprobación, en el Senado, de la decreto que restringe el reconocimiento de la ciudadanía italiana por descendencia.
“Para nosotros hoy es un día histórico”, dijo al periódico Veneto.“El Diccionario geográfico”. Será, sin duda, memorable, sobre todo por los cientos de trámites que tendrá que completar en los próximos meses.
La ciudad, con poco más de 2.700 población (la mitad residen en el extranjero), se convirtió en un símbolo de resistencia ante el volumen de solicitudes de reconocimiento de ciudadanía italiana. Ahora, con la nueva ley a punto de entrar en vigor, es probable que la cola crezca aún más, con demandas ya en curso y muchas más planeadas.
Los tribunales italianos siguen y seguirán reconociendo el derecho de los descendientes basándose en interpretaciones constitucionales que se apartan de la nueva norma. Y, como demuestra la jurisprudencia, el efecto puede ser uno solo: el trabajo acumulado se multiplicará.
“Día histórico”, pero ¿qué viene después?
Los cambios al decreto solo deberían afectar a las solicitudes presentadas después del 27 de marzo de 2025. Hasta entonces, el alcalde —o el exalcalde, dependiendo del ritmo de las elecciones— tendrá una tarea ingrata: terminar viejos procesos, lidiar con los nuevos que llegarán de los tribunales y prepararse para una nueva avalancha de solicitudes en función de decisiones futuras.
Mientras tanto en Valle de Zoldo, el turismo no despega, los servicios públicos siguen siendo discretos y la población se reduce. Ni siquiera los italianos sueñan con mudarse allí.
Pero el alcalde sonríe. Al fin y al cabo, pocos pueden decir que tuvieron un “día histórico” con tanto papeleo esperando.
