Imágenes fueron captadas por Letizia entre los años 1970 y 1980
Letizia Battaglia es un nombre conocido internacionalmente, asociado, casi automáticamente, al registro fotográfico de la peor matanza perpetrada por los mafiosos en Palermo, su ciudad natal. Hoy, a sus 84 años, la fotógrafa revela que ha soñado varias veces con quemar sus negativos de los años 1970 y 1980, época en la que permaneció activa para afrontar la violencia cometida por la mafia, siendo testigo de esta guerra civil. entre italianos.
A partir del próximo sábado (27), algunas de sus imágenes más impactantes estarán expuestas en el Instituto Moreira Salles (Av. Paulista, 2.424, Consolação, São Paulo).
La exposición, 'Letizia Battaglia: Palermo', va acompañada de un catálogo con imágenes registradas principalmente en los años 1980, precisamente el periodo más intenso de esta guerra entre mafiosos, que dejó regueros de sangre y un sentimiento de "asco" en la propia fotógrafa. , asombrado ante tanta barbarie. El catálogo/libro de IMS presenta textos del curador de la exposición, Paolo Falcone, fundador y director artístico de la Fundación Sambuca de Palermo, así como del crítico Lorenzo Mammì, responsable de la programación de IMS en São Paulo.
También hay un tercer ensayo, de Leandro Demori, sobre los crímenes de la Cosa Nostra fotografiados por Letizia Battaglia, desde el primer registro, el asesinato de un campesino al pie de un árbol, en 1974, hasta la muerte del juez Giovanni Falcone. , en mayo de 1992, incluida la detención de mafiosos como Leoluca Bagarella y el ataque al político democristiano Piersanti Mattarella, asesinado por hombres armados delante de su esposa y su hija, en 1985.
Al igual que Weegee, Letizia siempre llegaba al lugar del crimen mucho antes que la policía. Periodista, empezó a tomar fotografías por necesidad, para ilustrar sus propios artículos. También como Weegee, Letizia siempre recurrió al blanco y negro, más realista para registrar la historia de los crímenes de Palermo, aunque con un enfoque formal distinto al del fotógrafo neoyorquino, que no era tan culto como el fotógrafo italiano. Weegee, además, no estaba igualmente inclinado a la ética.
Letizia hizo de la fotografía un documento indiscutible. Alineada con los progresistas, fue amiga de Pasolini (1922-1975) y cita con frecuencia al cineasta como uno de sus referentes –el director aparece en una de las fotografías del libro, en el Círculo Turati de Milán, en 1972–. Para él, otra imagen que testimonia el aprecio de Letizia por la cultura es la del escritor Leonardo Sciascia (1921-1989) con el pintor Renato Guttuso (1911-1987) en Palermo, hace 40 años.
Sciascia fue uno de los grandes autores italianos que abordó el tema de la corrupción política en Sicilia. Su libro El día del búho revela su aversión al fascismo y denuncia la red de asesinatos ordenados por mafiosos y políticos poderosos. Sciascia representó para Italia lo que representa hoy Roberto Saviano (leer en esta página) con Gomorra y Los niños de Nápoles. Con una diferencia: Siascia era mejor escritora.
Letizia teme que el glamour de los marginados que aparecen en películas basadas en las obras de Saviano pueda fascinar a los espectadores más jóvenes, más pobres y desprevenidos. Tu preocupación por los chicos parece legítima. Pacifista, no le gusta que alguien diga que usa la cámara como arma. Hasta el día de hoy, todavía puede oler la sangre de las víctimas de la violencia que fotografió. Recuerda también cada rostro torturado por la humillación, la pobreza y el miedo.
Una vez entró en una humilde casa de Palermo donde acababa de morir un niño. La acompañó Franco Zecchin, el fotógrafo que con ella registró la escalada de violencia de la mafia en los años 1980. Zecchin intentó capturar la atmósfera general. Se acercó al rostro de la madre alcohólica del niño y de su marido truculento y amenazador. Letizia registró una lágrima caer del rostro de la mujer. Hay varias maneras de afrontar el sufrimiento. Ella optó por ser discreta. Respeto, comprensión e implicación son sus tres mandamientos. “Los fotógrafos no pueden cambiar el mundo, pero, como un buen libro, pueden ser una pequeña llama”, suele decir. Su libro, que también recoge fotografías líricas del mundo infantil, es prueba de este fuego purificador.
por Contenido de Estadão