Siete millones trescientos mil italianos eligieron vivir fuera de Italia. Los datos, revelado la semana pasadaEs oficial. Pero detrás de la cifra, hay una pregunta que resuena en todas las comunidades italianas en el extranjero: ¿por qué tantos deciden irse?
La respuesta involucra estratos económicos, políticos e identitarios. Parte de esta diáspora reciente está motivada no solo por la búsqueda de empleo, sino también por la desilusión. Los italianos nacidos en Italia, la llamada "clase A", y sus descendientes, a menudo tratados como "italianos de segunda clase", comparten hoy el mismo deseo: empezar de cero o alejarse de un país que parece haberse cerrado a ellos.
Entre el orgullo y el abandono
El actual gobierno italiano, liderado por Giorgia Meloni, refuerza el orgullo nacional, pero presta poca atención a quienes viven en el extranjero. Si bien celebra la "italianidad", ignora las necesidades de quienes construyen esa identidad en el extranjero.
En la práctica, se observan recortes en los servicios consulares, severas restricciones en los trámites de ciudadanía y falta de políticas de integración efectivas. Los ciudadanos de la llamada "clase B" —descendientes de italianos nacidos en el extranjero— se enfrentan a la desconfianza institucional, como si fueran menos legítimos.
Esto refleja una creciente sensación de alienación. Muchos afirman sentirse valorados solo cuando les conviene, como consumidores de productos italianos. De lo contrario, se sienten invisibles.
Rechazo interno, aceptación externa
En los últimos años, países como Portugal, España, Irlanda y Australia han acogido a jóvenes italianos cualificados, cansados de las precarias condiciones de vida en Italia. Junto a ellos, se encuentran descendientes de italianos que, tras obtener la ciudadanía, deciden no regresar al país de origen de sus abuelos.
¿La diferencia? Lejos de Italia, encuentran oportunidades, aceptación y reconocimiento. Italia, sin embargo, a menudo los trata con burocracia e indiferencia.
En lugar de invertir en la fuerza de esta diáspora, el gobierno opta por ignorar su potencial. El resultado es paradójico: un país que pierde talento, pero no lo recupera.
El futuro de la identidad italiana
Italia tiene actualmente más de 7 millones de ciudadanos en el extranjero. No son una excepción; forman parte del presente y el futuro del país.
Es importante comprender que los italianos, tanto dentro como fuera de Italia, comparten el mismo deseo de dignidad. Y que la italianidad no se limita al territorio, sino a las conexiones humanas, culturales y emocionales que perduran, incluso en la distancia. Solo Meloni no lo ve.
