En medio del aumento vertiginoso de los precios en toda Italia, se ha hecho evidente el malestar de los turistas con el coste de los alimentos en sus destinos más visitados. FlorenciaLos dueños de restaurantes denuncian a diario incidentes de visitantes que intentan evitar los precios altos con prácticas inusuales, como compartir platos entre grupos grandes y negarse a cobrar. cubierto (tarifa que se cobra para cubrir el costo de artículos como manteles, cubiertos, platos y servicio de mesa en general).
Treinta personas entraron al restaurante. Ninguna pidió un solo plato. Lo compartieron todo —dijo Ugo Lorenzo Portaccio, dueño del restaurante Totò, cerca del Ponte Vecchio—. Otros simplemente pidieron aceite de oliva para hacer bruschetta con el pan de la mesa. Algunos incluso trajeron una botella de agua de casa. Y muchos simplemente se negaron a pagar el coperto. Dijeron: "Me voy sin el pan, pero no pago".
Una reacción al aumento de precios
Con platos sencillos que cuestan alrededor de 20 euros, los turistas buscan la manera de ahorrar dinero, incluso si eso va en contra de las costumbres locales.
Entre las peticiones más incómodas está el "filete florentino de 200 gramos, bien hecho". Para los chefs toscanos, acostumbrados a servir cortes gruesos y poco hechos, suena a una "contradicción gastronómica".
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Descubre más"Es un cambio de perfil. Muchos turistas solo quieren gastar menos. No les interesa la cultura ni la tradición", criticó Davide Risoluti, propietario de Vineria del Re en la Piazza della Repubblica. "Algunos entran, piden agua del grifo y se quejan de pagarla. Eso no es turismo de calidad. Es solo un viaje de paso. Y Florencia no está hecha para eso".

Crisis de identidad en la experiencia turística
La insatisfacción no se limita a los comedores de los restaurantes. "Se sientan en cualquier sitio, incluso en el suelo. Obstruyen los cubos de basura, dejan un desastre y no consumen nada", informó Risoluti, quien ve una pérdida de valor cultural en el turismo actual. "Antes, los estadounidenses venían, eran educados, curiosos y consumían. Ahora, la mayoría solo quiere ahorrar. Y el centro está abarrotado, sin ningún beneficio para la ciudad".
Según los dueños de restaurantes, la presión para mantener la estabilidad financiera es cada vez mayor. En agosto, considerado temporada alta, muchas reservas permanecen disponibles. Se teme que el intenso flujo de visitantes no compense los altos costos operativos, los impuestos y los requisitos regulatorios que enfrenta el sector.
El debate ganó aún más impulso después de un reciente... “caso scontrino”En el que un funcionario del gobierno local fue criticado tras publicar una factura con montos considerados excesivos. La reacción reavivó el debate sobre la coherencia entre los precios cobrados y la experiencia ofrecida.
