En Italia, agosto significa calles vacías, negocios cerrados y ciudades prácticamente paralizadas. Desde bancos hasta restaurantes, muchos establecimientos suspenden sus actividades de dos a cuatro semanas.
La costumbre, que puede sorprender a los extranjeros, es el resultado de una combinación de factores históricos, climáticos y sindicales que han modelado la cultura italiana a lo largo de los siglos.
Tradición que viene del Imperio Romano
La práctica de las vacaciones de agosto se remonta al reinado del emperador romano Augusto. Instituyó un período de descanso después de la cosecha, llamado Feria Augusti, para trabajadores del campo y obreros.
Con el tiempo, la tradición sobrevivió a la caída del Imperio Romano y fue adaptada por el cristianismo, que incorporó celebraciones religiosas, como la Asunción de María, celebrada el 15 de agosto (Ferragosto).
Durante el siglo XX, el régimen fascista reforzó la cultura de las vacaciones colectivas. Benito Mussolini oficializó el mes como descanso obligatorio para trabajadores y agricultores, fortaleciendo la noción del descanso como un derecho de los trabajadores.

Calor extremo y acuerdos laborales
Además del patrimonio cultural, el clima también contribuye. Agosto es el mes más caluroso del año en Italia, con temperaturas entre 35 °C y 40 °C en varias regiones. Esto imposibilita el trabajo al aire libre y refuerza la necesidad de descansos, especialmente en trabajos físicamente exigentes.
Otro factor esencial es la sindicatos italianos, entre los más fuertes de Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial, estos organismos obtuvieron amplios derechos laborales, incluyendo vacaciones prolongadas Previsto en convenios colectivos. En algunos sectores públicos, las oficinas pueden cerrar legalmente hasta tres semanas consecutivas.
En muchos casos, los trabajadores ni siquiera pueden elegir trabajar durante este período, aunque lo deseen. El descanso es colectivo y obligatorio.
