En un giro sorprendente de los acontecimientos, el poder judicial italiano, que debería ser el guardián imparcial de la ley, ahora considera a los ciudadanos italianos por derecho consanguíneo como un “riesgo democrático” para el país.
Parece extraño, pero el presidente de la Corte de Apelación del Véneto, el Tribunal de Apelación (Segunda Instancia), Carlo Citterio, hace sonar la alarma señalando la avalancha de solicitudes de reconocimiento de ciudadanía italiana, principalmente provenientes de Brasil, como un peligro para el orden democrático de la República Italiana.
Durante la inauguración del año judicial, el pasado viernes (26), el presidente expresó la necesidad de equilibrar la gestión judicial y los derechos constitucionales de los italobrasileños.
Pero argumentó que el reconocimiento automático de la ciudadanía para aquellos con vínculos familiares lejanos y sin contacto con Italia podría comprometer la integridad de los procesos electorales italianos. “Pueden votar y cambiar quórums electorales, es un riesgo democrático”, dijo el presidente del Tribunal de Apelación.
Citterio expresó además: según el informe del Corriere della Sera, la necesidad de una revisión prudente de la legislación, con miras a la posibilidad de cambios en las normas. “Es necesario evaluar la oportunidad de una posible, rápida y sensata revisión de la legislación”, dijo el presidente.
Y fue más allá: afirmó que ya se está organizando un estudio en profundidad sobre una posible revisión de las normas con el jefe de la Fiscalía de Venecia, Stefano Maria Cerillo, y el constitucionalista del Universidad de Padua, Sandro De Nardi.
La magnitud del fenómeno queda evidente en las cifras presentadas: 12 mil casos en un año, lo que representa un promedio de mil por mes.
Sin embargo, detrás de cada solicitud hay familias enteras, lo que eleva la estimación de solicitantes a entre 100 y 150 personas sólo en el Tribunal de Venecia.
Ante la controvertida perspectiva de considerar a los italobrasileños como un “riesgo democrático”, es crucial recordar que la comunidad italiana en el extranjero tiene el derecho legítimo a reclamar su ciudadanía.
La justicia debe ser sensible a la diversidad y garantizar que la búsqueda de ciudadanía italiana no debe ser tratado como una amenaza, sino como un reflejo del vínculo histórico y cultural que une a los italianos en todo el mundo.
Por lo tanto, cualquier revisión de la legislación debe equilibrarse cuidadosamente para proteger los derechos fundamentales, promover la inclusión y la participación cívica, en lugar de crear barreras innecesarias.