La lentitud del gobierno italiano para responder a las solicitudes de ciudadanía se ha convertido en un problema crónico, que ahora pesa considerablemente sobre las arcas públicas. En la reciente sentencia... # 9630 / 2025El Tribunal Administrativo Regional (TAR) del Lacio ha ordenado al Ministerio del Interior que se haga cargo de los costes de un proceso tras más de una década de espera de un demandante.
Desde 2015, una ciudadana albanesa intenta, sin éxito, que se le garantice por ley su derecho a obtener la ciudadanía italiana Para obtener la residencia legal por más de diez años. Si bien su esposo recibió el documento en dos años, ella enfrentó una serie de retrasos, justificaciones deficientes y un análisis documental deficiente.
La justificación del Ministerio incluso incluyó una denuncia de un presunto delito de 2006, no confirmada judicialmente, y cuestionó los ingresos de la familia a pesar de presentar declaraciones de impuestos regulares. El TAR concluyó que no existían nuevos elementos que justificaran la denegación y, peor aún, que la demora incumplía los plazos legales, tanto antes del plazo de dos años como incluso después de la modificación del llamado Decreto Salvini, que amplió el plazo a cuatro años.
En la práctica, la ciudadanía no se concedió hasta 2022, cuando el caso ya estaba en juicio. Aun así, el Tribunal dictaminó que la administración pública no podía eximirse de responsabilidad por la demora injustificada. En consecuencia, no solo reconoció el derecho del ciudadano, sino que también condenó al Ministerio al pago de las costas judiciales.
El caso expone una rutina. Hay cientos de demandas similares pendientes en los tribunales italianos, donde las solicitudes de extranjeros que cumplen los requisitos legales se estancan durante años. La falta de estructura, la burocracia engorrosa y las demoras en procesos sencillos aumentan el número de demandas contra el propio Estado.
Mientras tanto, el Ministerio del Interior, bajo el mando de Matteo PiantedosiAcumula derrotas legales y gastos adicionales que podrían evitarse con procesos más rápidos y eficientes. El problema resalta el contraste entre la exigencia de que los solicitantes cumplan con las normas y el incumplimiento por parte del Estado de sus propios plazos.
Una factura que, al final, recae sobre el contribuyente italiano.
