¿Quién no ha soñado alguna vez con tener uno? passaporte ¿Lleno de sellos? ¿Sobre todo el de Italia?
Rastros de partidas y llegadas, de fronteras cruzadas con mariposas en el estómago y miradas curiosas. Con cada nuevo sello, una conquista. Con cada impresión, un país, un idioma, una historia que contar.
A partir de este domingo (12), la Unión Europea inicia una nueva fase en los controles fronterizos. Sistema EES, acrónimo de “Sistema de Entrada/Salida”, ahora registra digitalmente la entrada y salida de turistas no pertenecientes a la UE en el espacio Schengen, incluidos los brasileños.
En la práctica, los antiguos sellos de tinta negra o azul, aplicados apresuradamente por los funcionarios en los mostradores de inmigración, comenzarán a desaparecer. En su lugar, se implementarán el reconocimiento facial, la toma de huellas dactilares y la comparación automatizada de datos.
Adiós a la tinta, hola a la biometría
El nuevo modelo se adoptará en los 25 países del espacio Schengen, además de Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, y su finalización está prevista para abril de 2026. En Italia, los aeropuertos de Roma-Fiumicino y Milán-Malpensa Ya operan con el sistema, al igual que los puertos de Génova y Civitavecchia.
Al desembarcar, el viajero proporcionará una imagen de su rostro y huellas dactilares. Información sobre passaporteAdemás de las fechas de entrada y salida, se almacenarán digitalmente. Esta tecnología promete fronteras más ágiles y seguras. Y, según las autoridades, también ayudará a combatir la migración irregular.
Pero para quienes viajan no solo por necesidad, sino también por encanto, el pasaporte está perdiendo una de sus funciones más poéticas: la de diario silencioso. Un membrete con registros que ninguna aplicación puede replicar.

Entre la modernidad y la memoria
"Este es un hito importante para la seguridad y el control migratorio del bloque", afirmó Rasmus Stoklund, ministro de Migración de Dinamarca, país que ostenta la presidencia rotatoria de la UE.
Aun así, hay quienes se lamentan. Para muchos, el sello era más que un simple control de entrada: era una prueba concreta de haber cruzado. Pequeñas marcas que registraban más que tiempo y espacio: registraban pertenencia.
Los pasaportes seguirán existiendo, por supuesto. Pero en blanco. O casi. Y quizás, en algún lugar del mundo, aún exista un funcionario más nostálgico, dispuesto a sellar el presente para inmortalizar el pasado.
