Este sábado 26 de abril y el próximo 3 de mayo, descendientes de italianos organizan protestas en São Paulo y Roma, respectivamente, contra el Decreto-Ley 36 / 2025. La ley, actualmente en trámite en el Parlamento italiano, limita la ciudadanía por descendencia a la segunda generación nacida fuera de Italia.
En São Paulo, la manifestación tendrá lugar a las 10 de la mañana, en Plaza de la ciudad de Milán, en el barrio Jardim Lusitania. El lugar fue elegido por su valor simbólico. Se estima que Brasil alberga alrededor de 30 millones de personas de ascendencia italiana, y la capital, São Paulo, es considerada la “ciudad italiana” más grande fuera de Italia.
Entre los organizadores se encuentra Walter Fanganiello Maierovitch, jurista y presidente del Instituto Giovanni Falcone. Según él, “al limitar la ciudadanía a la segunda generación nacida en el extranjero, el decreto interviene en un derecho históricamente reconocido”.
El texto presentado con carácter de urgencia extingue la transmisión ilimitada de ciudadanía italiana jure sanguinis — por derecho de sangre. Según la propuesta, el derecho deja de ser automático para los descendientes que aún no hayan presentado el trámite.
La manifestación en Roma será el 3 de mayo
Continúa la movilización en Italia. El 3 de mayo, el Plaza del Capitolio, en Roma, recibirán a los manifestantes. El objetivo es denunciar los impactos de la medida, especialmente para los jóvenes de ascendencia italiana que aún no han podido iniciar el proceso de reconocimiento de la ciudadanía.
Antonella Nediani, abogada italo-argentina residente en Faenza, es una de las líderes de la protesta. Advierte del riesgo de excluir a cientos de miles de personas con vínculos históricos con Italia. “Es un derecho de nacimiento, no un privilegio”, afirma.
Entre los puntos más criticados están la pérdida automática del derecho para quien aún no ha presentado la solicitud, el requisito de que el progenitor haya residido en Italia durante dos años antes del nacimiento del hijo y el aumento de la tasa de solicitud a 700 euros.
Nediani sostiene que el decreto tiene “graves defectos de inconstitucionalidad”. Para ella, negar el reconocimiento es borrar una parte de la historia migratoria del país. «El derecho a la ciudadanía forma parte de la identidad italiana. No se puede negar ni debilitar», argumenta.