El Municipio de Roma confirmó este lunes (7) que limitará el acceso a la Fontana di Trevi, una de las atracciones más visitadas de la “ciudad eterna”, y que estudia cobrar a los turistas la entrada al monumento.
La iniciativa se pondrá a prueba durante las obras de mantenimiento de la fuente, que será vaciada y rodeada de paneles transparentes mientras se lleva a cabo la renovación.
Para que los viajeros puedan visitar el monumento durante este periodo, se instalará una pasarela en forma de herradura, donde se controlará el acceso para evitar aglomeraciones.
“Esta obra es la ocasión para anunciar lo que decidimos: la pasarela nos permitirá experimentar la modalidad de visitas contingentes, incluso por razones obvias de seguridad.
Nuestra intención es establecer, con una fase experimental, el número máximo de personas [que el monumento puede recibir]”, dijo el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, centroizquierda.
“Contaremos las personas que entran [a la pasarela], y luego habrá que esperar a que salgan para que otros puedan admirar la fuente”, añadió. Según Gualtieri, en una fase sucesiva se decidirá la institución de una “pequeña” contribución financiera de los turistas.
Sin embargo, el alcalde aseguró que la plaza donde se ubica el monumento no será cerrada y que los visitantes podrán circular libremente por el sitio.
La renovación, que costará 327 euros (2 millones de reales), debería finalizar antes del inicio del Jubileo de 2025, que comenzará en la Nochebuena de 2024, y Gualtieri estima que la recogida de entradas podría comenzar en el primer semestre del próximo año.
Según el Ayuntamiento de Roma, la Fontana de Trevi recibe entre 10 y 12 visitantes al día, lo que supone unos 4 millones al año. “Queremos ofrecer a los turistas una experiencia no caótica y difundir un turismo más pausado y responsable”, afirmó el secretario municipal de Turismo, Alessandro Onorato.
El mes pasado, incluso se consideró que posibles billetes futuros podrían costar un euro (6 reales).
Otras ciudades italianas también han adoptado medidas para frenar los efectos nocivos del turismo de masas en los últimos años.
En la primera mitad del año, Venecia probó un sistema de reservas de pago para entrar en su centro histórico, una medida que podría volverse definitiva en 2025, mientras que Florencia prohibió nuevos Airbnbs en su centro histórico. (Reuters)