En la pequeña ciudad de Urbino, Italia, un fraile franciscano decidió darle vida a la misa dominical con un toque muy italiano: un spritz posterior a la ceremonia. Fray Andrea Ricatti, de la parroquia de San Domenico, decidió que si los jóvenes no van a la iglesia, la iglesia va para los jóvenes, con un aperitivo en la mano, por supuesto.
La brillante (o cuestionable, según a quién le preguntes) idea salió a la luz con un panfleto no tan discreto que decía “2xUNO”, adornado con la imagen de Jesús, vino, hostias y, por supuesto, una copa de spritz espumoso. Y así, el misa y apericena fue anunciada para todos los domingos a las 19:15, con la promesa de atraer no sólo las almas, sino también los estómagos de los jóvenes creyentes.
La noticia, naturalmente, se difundió más rápido que la bendición del domingo, generando tanto revuelo. Algunos fieles se escandalizaron: “¿Rociar con oblea? ¿Dónde os habéis visto? — era el tipo de murmullo que se podía escuchar por los pasillos de la iglesia. Pero, como buen italiano, fray Ricatti no perdió la compostura. En medio de las críticas, él y el obispo decidieron “corregir el tiro” y suavizaron el anuncio, pero mantuvieron la spritzer firme y fuerte en programación.
Fray Ricatti, que tal vez anticipaba una resaca de polémica, se disculpó públicamente. “No fue para ofender a nadie”, dijo el fraile, con la serenidad de quien sabe que la verdadera intención era simplemente aumentar la fe de los jóvenes. “La misa es sagrada, pero un chorrito después sólo es bueno para el alma”, añadió, intentando salvar el proyecto con un toque de buen humor y esa buena hospitalidad cristiana de siempre.
Y así comenzó el debate: ¿sería el spritz el nuevo vino sagrado de la juventud italiana? Sólo el tiempo (y quizás el próximo domingo) lo dirá. Mientras tanto, Fra Ricatti sigue intentando demostrar que, en su iglesia, la fe viene acompañada de un lindo brindis. ¡Salud!