El Parlamento italiano aprobado este martes 20 de mayo, la nueva ley que cambia profundamente las reglas para el reconocimiento de ciudadanía italiana por descendencia. La medida, basada en la Decreto-Ley N° 36, del 28 de marzo de 2025, recibió una fuerte oposición en el Senado y la Cámara, con críticas centradas en violaciones de la Constitución de la República Italiana.
La nueva legislación impone condiciones estrictas para el reconocimiento de la ciudadanía jure sanguinis —es decir, por relación de sangre— y rompe con la tradición de reconocimiento amplio y automático para los descendientes de italianos nacidos fuera del país.
¿Qué cambios en la práctica?
El texto modifica la Ley 91/1992 y establece que quien haya nacido en el extranjero y posea otra ciudadanía “nunca será considerado ciudadano italiano”, salvo que:
- La solicitud de reconocimiento se presentó el 27 de marzo de 2025;
- Para descendientes de antepasados exclusivamente italianos (abuelo o padre);
- Cumplir criterios adicionales, como dos años de residencia legal en Italia o prueba de vínculos activos con el país.
El cambio, según el gobierno, pretende “racionalizar las solicitudes, evitar abusos y garantizar la seguridad jurídica”. Sin embargo, los opositores afirman que la norma es discriminatoria, desproporcionada y contraria al propio derecho. Carta Constitucional.
¿Por qué se aprobó la ley a pesar de las críticas?
Durante los debates parlamentarios, senadores, diputados y juristas destacaron cinco puntos principales de inconstitucionalidad:
1. Violación del principio de igualdad (art. 3)
La nueva norma trata de forma desigual a los descendientes de italianos basándose en criterios arbitrarios, como la posesión de otra nacionalidad o la fecha del protocolo, lo que compromete la igualdad entre los ciudadanos.
2. Ataque al derecho a la identidad cultural (artículos 2 y 9)
La ciudadanía, argumentan los críticos, es también un vínculo cultural e histórico. La ruptura abrupta con este derecho ignora el papel simbólico de la ciudadanía en la preservación de las raíces familiares.
3. Retroactividad encubierta (art. 25, §2)
Si bien la ley prevé la preservación de los procesos en curso, situaciones como nombramientos aún no formalizados o niños no incluidos pueden verse afectadas. Para los juristas, esto constituye una retroactividad velada, prohibida por la Constitución.
4. Desproporcionalidad (art. 3 combinado con art. 16)
Los requisitos de residencia o de exclusividad de ascendencia italiana son vistos como excesivos e injustificados, convirtiéndose en obstáculos desproporcionados para el ejercicio de un derecho de origen.
5. Falta de respeto a la misión de Italia en su diáspora (artículos 35 y 48)
La Constitución asigna al Estado el deber de mantener y fortalecer las relaciones con los italianos en el exterior. La restricción masiva de la ciudadanía contradice esta misión, especialmente para las comunidades de América Latina.
Pero ¿por qué, ante tantas críticas, se convirtió el decreto en ley? La respuesta es sencilla: la politica.
La primera ministra Giorgia Meloni fue elegida bajo la bandera de una “Italia pura”, con un fuerte llamado a la identidad nacional y al control de la inmigración. La limitación de la ciudadanía por descendencia dialoga directamente con este discurso, al reforzar la idea de pertenencia vinculada al territorio y a la cultura italiana.
Para los opositores, la aprobación de la norma representa “una excavadora que pasa por encima de la Constitución”. Parlamentarios críticos afirman que la medida prioriza intereses ideológicos y electorales, en detrimento de principios jurídicos consolidados.
Cuestionando la urgencia
Otro punto de controversia es el uso del decreto-ley, un instrumento reservado para situaciones de emergencia. La oposición sostiene que el Gobierno no ha demostrado una urgencia real para justificar la adopción de este mecanismo, lo que podría constituir un abuso del poder ejecutivo.
Ahora, con la conversión definitiva en ley, abogados, asociaciones de italianos en el extranjero y partidos opuestos al texto ya están organizando recursos legales para cuestionar su validez ante el Tribunal Constitucional de Italia.
