En los últimos días, la influencer Chiara Ferragni, una de las personalidades más importantes de Italia, vio colapsar su imperio digital debido a un escándalo de fraude benéfico vinculado a una asociación con la marca de productos alimenticios Balocco.
Conocido por su sorprendente presencia en las redes sociales, el hombre de influencia enfrentó severas críticas después de asociarse con la empresa para crear un 'pandoro' de edición limitada.
La campaña, que afirmaba ser una iniciativa benéfica, generó indignación cuando se descubrió que los altos precios no darían lugar a donaciones proporcionales al hospital pediátrico anunciado. Ella fue retratada como “carterista” – o carterista – en un mural pintado en la ciudad de Padua, en el norte del país.
La Autoridad Italiana de Competencia y Garantía del Mercado (Agcom) impuso una importante multa a ambos Balocco en cuanto a Chiara Ferragni y sus empresas, destacando prácticas comerciales incorrectas.
La influencer prometió donar el monto, pero enfrenta desafíos legales al impugnar la decisión de la AGCM.
La imagen de Ferragni sufrió un daño considerable, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y algunos patrocinadores expresaron su descontento.
El incumplimiento del contrato con el grupo italiano de gafas de lujo Safilo agravó aún más la situación, poniendo de relieve las repercusiones directas en los acuerdos comerciales de la influencer
El impacto en las redes sociales fue notable, con una importante pérdida de seguidores, lo que indica el descontento público.
El escándalo de Chiara Ferragni pone de relieve la necesidad de regulación, transparencia y responsabilidad en las actividades de los influencers, tanto en Italia como en Brasil.
Los expertos destacan que la situación expone lagunas éticas en el mundo de los influencers digitales, lo que exige una reflexión sobre el equilibrio entre la promoción comercial y las acciones caritativas.