Antonio Tajani, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Italia, afirmó recientemente que muchos italobrasileños buscan ciudadanía italiana por conveniencia.
Sin embargo, aunque critica a estos descendientes, el verdadero drama está dentro de las fronteras italianas: un número creciente de jóvenes nativos quieren abandonar el país.
La ironía es evidente: mientras el gobierno quiere limitar la concesión de la ciudadanía a los descendientes porque sólo quieren uno passaporte fuerte, los propios italianos huyen de una realidad que ya no les ofrece perspectivas.
Um estudio ipsos, realizado para la Fundación Barletta, revela que el 35% de los italianos menores de 30 años están dispuestos a emigrar en busca de salarios más altos y mejores oportunidades laborales.
Desde 2008, la impresionante cifra de 525 jóvenes han abandonado Italia. Este fenómeno demuestra una profunda crisis de confianza en las políticas de empleo y en las oportunidades que ofrece el país.
La situación es aún más preocupante en el Sur, donde las oportunidades laborales son más escasas. Mientras que en el Norte algunas regiones consiguen compensar la fuga de talentos atrayendo a jóvenes del Sur, el Mezzogiorno sufre una pérdida neta de profesionales cualificados.
Si se suman las cifras de la encuesta, resulta revelador que el 85% de los jóvenes quieren abandonar sus lugares de origen, ya sea a otras regiones de Italia o al extranjero.
Esta fuga masiva no se limita a un problema local: tiene un impacto directo en el futuro económico y social del país. El mercado laboral italiano se encuentra en una paradoja: las empresas dicen estar preparadas para contratar a 800 personas, pero sólo encuentran menos de la mitad. Sin una fuerza laboral calificada, especialmente en áreas de alta tecnología, la competitividad del país disminuye drásticamente.
Italia está envejeciendo rápidamente y sin una fuerza laboral joven e innovadora, el futuro del país parece sombrío.
Tajani, al centrarse en las políticas de inmigración de los descendientes y defender criterios más estrictos para el reconocimiento de la ciudadanía, ignora el verdadero desafío: mantener a los italianos en el país y crear un entorno en el que puedan prosperar.
Italia tiene dificultades para pensar positivamente sobre el futuro. Y también el viejo Tajani.
(Foto: Depositphotos)