Italia se enfrenta a un dilema. Incluso en regiones ricas e industrializadas como Varese, en el norte del país, hay escasez de trabajadores cualificados. Para frenar este descenso, la Cámara de Comercio local ha empezado a ofrecer bonificaciones de 6 euros. – alrededor de R$ 40 mil – a quienes se trasladan a la provincia con un contrato de trabajo formal.
Los fondos se distribuirán a lo largo de tres años y su objetivo es atraer a nuevos residentes en edad laboral. «Es un experimento, una prueba», declaró Mauro Vitiello, presidente de la organización. «Nos preocupa la salud de nuestras empresas y de nuestro territorio».
Varese Forma parte de una de las zonas más productivas de Italia, con una fuerte presencia de industrias como AgustaWestland (aeronáutica), Whirlpool (electrodomésticos), así como empresas de los sectores metalúrgico, químico y de innovación. Sin embargo, pierde talento en favor de países vecinos con salarios más altos, como Suiza y Alemania.
Según Vitiello, aun con dos centros universitarios y formación técnica con una tasa de empleabilidad del 94%, “de cada 10 jóvenes que se gradúan aquí, cuatro se van”.

Zona gris demográfica
El caso de Varese no es aislado. Italia está entrando en una zona gris, marcada por el envejecimiento de la población, las bajas tasas de natalidad y la pérdida de mano de obra cualificada. El fenómeno ya afecta a todo, desde pueblos del interior de Calabria hasta centros de producción del norte industrializado.
Los expertos afirman que el país está pagando el precio de decisiones políticas que ignoran la urgencia de la renovación poblacional. El gobierno liderado por Giorgia Meloni, con Antonio Tajani (Asuntos Exteriores) y Matteo Salvini (Infraestructura), ha adoptado una postura restrictiva en los últimos años tanto hacia los extranjeros como hacia las personas de ascendencia italiana interesadas en regresar.
En los discursos oficiales la atención se centra en contener la inmigración irregular, pero las medidas también han acabado dificultando el acceso a la ciudadanía por derecho propio —sobre todo para los descendientes de fuera de Europa— y restringiendo los visados de trabajo y los programas de integración.
Mientras tanto, las empresas enfrentan serias dificultades para cubrir vacantes en áreas como tecnología, ingeniería, logística y servicios esenciales. La oferta de bonificaciones por parte de las regiones ricas es un reflejo directo de este desajuste.
Las medidas se multiplican
Anteriormente asociadas a regiones periféricas o montañosas, las políticas de incentivos financieros se están extendiendo por toda Italia. Calabria ofrece hasta 26 euros a los nuevos residentes en municipios con menos de 2 habitantes. Sicilia ha vendido propiedades a 1 euro como estrategia para repoblar zonas abandonadas. En Trentino, existen subvenciones para la renovación de viviendas en valles alpinos.
Incluso ciudades como Bolonia y Génova invierten en asociaciones con el tercer sector para retener a los jóvenes y cualificar a los inmigrantes.
La incorporación de Varese a este movimiento indica que el problema es estructural. Ya no se trata de salvar pueblos, sino de prevenir el colapso del mercado laboral en zonas que antes se consideraban seguras.
